

Mega Man 2 es uno de esos clásicos de NES que simplemente se siente bien: controles de tierras, banda sonora asesina y esa perfecta combinación de desafío y satisfacción. Empiezas a explotar a través de Robot Masters como Metal Man y Bubble Man, robando sus armas después de que las derribes (el escenario de Heat Man todavía me da pesadillas). Los niveles son cortos pero repletos de saltos y enemigos difíciles que te obligan a aprender patrones, no solo botones de puré.
¿Qué lo hace especial? El sistema de armas. Cambiarás entre el cañón del brazo de Mega Man y cualquier habilidad que robó del último jefe: algunos son inútiles fuera de su enfrentamiento previsto, otros son extrañamente OP (mirándote, cuchilla de metal). Y sí, ¿la dificultad aumenta con fuerza en los escenarios astutos, pero superando a ese jefe final después de una docena de intentos? Alivio puro.
Los controles son simples: ejecutar, saltar, disparar. Pero dominar las saltos de deslizamiento y los intercambios de armas es donde comienza la habilidad real. Si nunca lo has jugado, este es el que consolidó el legado de Mega Man, no arrojes tu controlador cuando los láseres de hombre rápido te destruyen por vigésima vez.