

Mario Party en N64 es básicamente la razón por la que mis amigos y yo todavía nos gritamos 20 años después. Eliges a tu personaje de Mario favorito, siempre iba con Yoshi, y avanzas en estos tableros salvajes y coloridos, robando monedas, atornillando a la gente y esperando desesperadamente que aterrices en un espacio de estrella. El verdadero caos se activa con los minijuegos entre turnos, donde estás purificando botones como un maníaco o te das cuenta demasiado tarde de que apestas por girar la palanca de control.
Es uno de esos juegos donde las alianzas se forman y se rompen en segundos, y alguien siempre termina volteando la mesa (metafóricamente ... generalmente). Los tableros tienen sus propios trucos extraños, como uno donde todo cambia, y los minijuegos van desde estúpidamente simples hasta "¿cómo es esto posible?" Las CPU hacen trampa a veces, pero eso solo hace que vencerlos sea más satisfactorio.
Si tienes otras tres personas y una alta tolerancia para las tonterías, esta sigue siendo una de las mejores maneras de convertir un lugar de reunión en un partido de gritos.